Invicto

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La persecución del Areté no es una propuesta original de los estoicos. Representa de hecho la pieza central de las primeras escuelas filosóficas de Sócrates o Platón, pero el estoicismo le atribuye unas características específicas que lo integran con el resto de esta filosofía. Al hablar sobre cómo actuar, los estoicos repetían la necesidad de vivir de acuerdo a nuestra naturaleza. Nos decían que la naturaleza humana se diferenciaba en dos grandes aspectos de la del resto del mundo animal: tenemos capacidad de razonar y una profunda conexión social. Por estos motivos, vivir de acuerdo a nuestra naturaleza, o con virtud, implicaría actuar guiados siempre por la razón y por la moral, entendiendo que tenemos una responsabilidad social de ayudar a los demás. Profundizando más, los estoicos destacaban cuatro grandes virtudes: sabiduría, coraje, justicia y disciplina. En breve exploraremos cada una en más detalle.


La inscripción del templo de Delfos era concisa pero contundente: “Conócete a ti mismo”. Como nos recordaba Séneca: “es mucho más importante que te conozcas ati mismo que darte a conocer a los demás”. En la sección posterior de “Visualiza con claridad” profundizaremos en cómo llevar esta sabiduría a la práctica. Una vez logramos una visión clara de la realidad, la virtud de la sabiduría nos ayudará a seleccionar la acción más apropiada en cada momento. En el fondo se refiere a tomar decisiones racionales, evitando ser arrastrados por tempestades emocionales, como explicaremos más adelante. La sabiduría es también crucial para diferenciar el bien del mal, y para distinguir lo que está bajo nuestro control de lo que está fuera de él. Estas son otras dos importantes ideas estoicas que revisaremos en breve.


Marco Aurelio en sus Meditaciones hace alusiones a todos los necios y arrogantes con los que debía tratar a diario, pero no dejaba que estas emociones le hicieran tomar malas decisiones. Tampoco se dejaba influenciar por los demás ni mendigaba su aprobación. Ayudar era una obligación moral, no un medio para un fin. No se desviaría de la virtud para ganar el aprecio de su pueblo.


El coraje nos permite además tolerar el dolor y la adversidad, tanto a nivel físico como mental. Muchos prefieren no intentar cambiar por miedo al fracaso. Y cada vez que no lo intentan, el miedo aumenta. Tampoco se trata de asumir riesgos innecesarios, y como decía Séneca: “El coraje sin sabiduría es un tipo más de cobardía”. Sin embargo, los miedos que nos alejan de nuestros sueños son muchas veces imaginarios o exagerados, y solo progresaremos si aprendemos a controlarlos.


La propuesta estoica es analizar constantemente la idoneidad de cada emoción y de su intensidad, respondiendo guiados por la razón y no por una reacción. Denominaban a estas pasiones πάθη , y al estado mental libre de ellas ἀπάθεια . Este concepto se tradujo al castellano como apatía, con claras connotaciones negativas. Esto ha contribuido a la mala fama del estoicismo, al asociarse con indiferencia o falta de entusiasmo, pero es justo lo contrario. Los estoicos siempre fueron personas profundamente involucradas en la sociedad. Su claridad mental y disciplina les convirtió con frecuencia en personas exitosas según las métricas tradicionales, como dinero o fama. Por otro lado, el objetivo del estoicismo, como parte de la εὐδαιμονία (felicidad), era mantener un estado mental donde predominaran emociones positivas como el afecto hacia los demás y la gratitud por la vida. Marco Aurelio hablaba por ejemplo de estar “libre de pasiones pero lleno de afecto”.


Hacer depender nuestro bienestar de cosas fuera de nuestro control es una de las principales causas de insatisfacción.  está bajo nuestro control solamente nuestras percepciones y nuestras acciones.
¿Qué está por tanto fuera de nuestro control? Todo lo demás esstá fuera de nuestro control. Epicteto menciona explícitamente aspectos como nuestro cuerpo, nuestra propiedad y nuestra reputación. No deberíamos por tanto depender de ninguno de estos elementos para nuestra felicidad.


Se trata de hacer lo mejor que podamos con lo que tengamos, en vez de lamentarnos por lo que nos ha tocado. Lamentarnos por lo ocurrido no conduce a nada, y con frecuencia nos ciega de lo más importante: actuar racionalmente en el presente. La recomendación de los estoicos es clara: acepta tu realidad y céntrate en lo que puedes controlar. En vez de intentar cambiar el mundo, debemos poner el foco en cambiarnos a nosotros mismos primero. Epicteto nos veía como actores en esta obra que es la vida, y nos recordaba que un buen actor no se lamenta por el papel que le ha tocado, simplemente lo interpreta de la mejor manera.


Siguiendo esta lógica, lo único bueno es actuar con virtud, y lo único malo es lo contrario. Esto implica que lo bueno siempre está en nuestro poder, ya que independientemente de nuestra situación podremos pensar con sabiduría, actuar con coraje y justicia, y demostrar disciplina. Lo malo, por tanto, también está solo en nuestras manos: actuar de manera irracional o alejada de la virtud.


Al igual que el poder o la riqueza, los estoicos no consideraban la comodidad o el placer malos per se, pero advertían de los peligros de convertirlos en un fin en sí mismo. Entendían la utilidad de los “deseos naturales”, como el deseo por la comida, que nos mantiene con vida. Sin embargo, alertaban del peligro de desarrollar un paladar muy sofisticado, ya que con el tiempo dejaríamos de disfrutar los alimentos básicos. Nos recordaban que el mayor placer en la cocina es ser capaces de obtener satisfacción de la comida sencilla.


Tendemos a pensar que la libertad viene de hacer lo que nos apetezca en cada momento, pero paradójicamente esta puede ser la peor forma de esclavitud. Cuando subordinamos la razón a nuestras apetencias nos convertimos en esclavos de estas. Y como decía Séneca, “La esclavitud más denigrante es la de ser esclavo de uno mismo”. Para los estoicos, el único esclavo es aquel encadenado por sus pasiones y azotado por sus emociones. Sin control, nuestra mente es la peor prisión. Sin disciplina no hay libertad.


No dejes que tus pensamientos sobre demasiadas cosas te aplasten. No llenes tu mente con todas las cosas malas que podrían ocurrir. Permanece centrado en la situación presente y pregúntate qué es tan difícil de ella que no la puedes superar.
– Marco Aurelio –


Debes exponerte de manera gradual a tus miedos. Debes estar dispuesto a sentirte mal a corto plazo para sentirte mucho mejor a largo plazo. Evitar situaciones que te producen miedo simplemente lo potencian. Si intentas calmar ese miedo con alcohol, ahora tendrás dos problemas: el miedo y la adicción. Las cosas que te hacen sentir bien a corto plazo pueden magnificar tus problemas a largo plazo.


Los estoicos usaban la figura de Hércules como fuente de inspiración y enseñanza. Hacían a sus alumnos reflexionar sobre las personas que querían ser y el destino que buscaban alcanzar. Se cree que el propio Zeno, fundador del estoicismo, decidió estudiar filosofía al leer sobre un momento decisivo en la vida de este personaje mítico. Cuenta la leyenda que Hércules se encontraba reflexionando sobre su destino en un cruce de caminos, dudando sobre el sendero que debía tomar. En ese momento se le aparecieron dos diosas. Una de ellas, llamada Kakia, se abalanzó sobre él. Le prometió un camino fácil, lleno de lujos y placeres. No tendría que enfrentar peligros ni realizar esfuerzos, pudiendo vivir del trabajo ajeno. Después se le acercó la otra diosa, llamada Arete, y le explicó que el camino que ella proponía sería largo y difícil, lleno de peligros y desafíos. “Nada realmente bueno y admirable es ofrecido por los dioses a los humanos sin esfuerzo y dedicación”, le dijo. Estos desafíos le permitirían demostrar su coraje y sabiduría, librando batallas con determinación y disciplina. Solo de esta manera podría realmente lograr una felicidad duradera (eudaimonia), al desarrollar todo su potencial natural.
Como sabemos, Hércules eligió el camino de la virtud (Arete), abordando sin descanso los famosos doce trabajos. Usó cada obstáculo para mejorar y aprender. Tras su muerte, el todopoderoso Zeus quedó tan impresionado con su ejemplo que lo elevó a la categoría de Dios. Los estoicos usaban esta fábula como metáfora de lo que es en realidad una buena vida. Aseguraban que es mejor enfrentar desafíos en persecución de algo que merece la pena que buscar una vida fácil y cómoda, que simplemente debilita nuestro cuerpo y espíritu. La persecución de placeres transitorios nunca será el camino hacia la eudaimonia. Muchos confunden placer con felicidad, pero la felicidad real está más ligada a la realización personal, y se debe trabajar. La leyenda de Hércules simboliza la decisión que debemos tomar cada día sobre nuestra vida. Debemos decidir lo que queremos ser y lo que estamos dispuestos a hacer para conseguirlo.


Séneca nos recordaba con frecuencia que al sufrir con anticipación no solo sufrimos dos veces, sino que arruinamos el hoy por miedo al mañana. El posible dolor del futuro no está aquí ahora, así que no podemos sentirlo al menos que lo creemos con nuestra mente, y es precisamente lo que hacemos con la ansiedad. En el caso de la presentación en el trabajo, ¿por qué persiste la ansiedad? Por los pensamientos automáticos que creamos: “¿Y si no lo hago bien? ¿Ysi me despiden? ¿Y si no puedo entonces pagar el alquiler? ¿Y si…?”. Veremos en breve cómo combatir estos pensamientos para ajustarlos mejor a la realidad, mitigando así la ansiedad. Otra forma de combatir esta ansiedad es trayendo la mente al presente, centrándonos en la acción que tenemos delante de nosotros.



Enfadarse por una situación rara vez la mejora, y simplemente dificulta tu capacidad de razonar. Si te enfadas le estás dando poder a quien te quiere dañar, le estás permitiendo alterar tu estado mental. No cedas a nadie ese poder. Si te provocan con facilidad, te controlan con facilidad. Cualquier persona capaz de hacerte enfadar se convierte en tu dueño.


Marco Aurelio adoptaba la postura opuesta, entendiendo que “todo lo que ocurre es tan familiar como la rosa en primavera o la fruta en verano”, o“cuando nos sorprendemos de que una persona malvada actúe con maldad, es culpa nuestra por esperar lo imposible”. Las personas que atacan constantemente a los demás suelen ser poco afortunadas en la vida en general. Su comportamiento es su propio castigo, y cometerías un error si tedejas arrastrar.  Ante la ira, tienes dos alternativas: 1) Reaccionar de manera impulsivamientras sigues en manos de tu enfado o 2) Posponer la respuesta hasta calmar la mente y evaluar con tranquilidad las opciones disponibles. Es mucho mejor curarse que buscar venganza por el daño. La venganza desperdicia mucho tiempo y te expone anuevas heridas.


Así como la ansiedad se origina muchas veces por preocupaciones futuras, el remordimiento suele venir al recordar eventos del pasado. Revisar el pasado tiene su utilidad, y nos permite por ejemplo extraer lecciones valiosas que nos ayudarán a mejorar en el futuro.
Mira hacia el pasado, con sus imperios cambiantes que se alzaron y cayeron, y serás capaz de prever el futuro.
– Marco Aurelio –
Una vez extraídas las lecciones de tus errores, regresa al presente. No revises tus acciones anteriores una y otra vez. Céntrate en el presente y en actuar correctamente en el único momento que posees: ahora.                                           No tropieces con algo que está detrás de ti.
– Séneca –


Caemos en este error cuando asumimos que ciertos eventos puntuales son representativos del global: “¿Por qué me ocurre todo lo malo?” o “Nunca me sale nada bien”. Cuando usamos sentencias categóricas que empiezan por “Siempre…”, “Nunca…”, “Todo el mundo…” o “Nadie…”, es muy probable que estemos cayendo en este sesgo cognitivo.


Una primera acción que puedes realizar para empezar a moldear tu identidad es reflexionar sobre tu filosofía de vida. El estoicismo es una especie de sistema operativo mental, que te ayudará precisamente a mejorar cómo te ves y a entender el origen de tus pensamientos. Y de esta manera será mucho más fácil mejorar tu comportamiento.


El proceso de mejorar tu vida y tu cuerpo requiere tiempo. Decidir lo que debes eliminar es tan importante como decidir lo que quieres perseguir. Cada vez que dices “Sí” a una cosa estás diciendo “No” a otra. Sé cuidadoso con las actividades a las que dedicas tu tiempo. ¿Estás dedicando suficiente tiempo a mejorar? En la mayoría de casos no necesitas más horas, sino menos distracciones. Todos estamos limitados en tiempo, energía y atención. Elegir una acción implica renunciar a otra. Como decía Epicteto: “Si quieres mejorar debes estar dispuesto a parecer ignorante sobre muchas cosas comunes”. Si quieres lograr algo de valor con tu vida no podrás estar al tanto de todas las noticias ni modas pasajeras. Muchos afirman no tener tiempo para entrenar o cocinar, pero suben varias fotos al día a Instagram o pasan horas cada día viendo la televisión. Una vez más, el problema no es el tiempo, sino las prioridades.


Para hacer cualquier cosa bien debes tener la humildad
para tropezar, para seguir tu intuición, para perderte,
para parecer torpe. Ten el coraje de empezar algo
y hacerlo mal. Las vidas insignificantes se caracterizan
por el miedo de no verse capaces de intentar algo nuevo.
– Epicteto –

El perfeccionismo es otra forma de procrastinación, una equivocada estrategia de autodefensa. Si no podemos lograr la perfección, para qué intentarlo. Para evitar que el miedo a la imperfección te paralice, reduce tus estándares. Debes estar dispuesto a hacer las cosas mal antes de poder hacerlas bien. Todo es difícil antes de ser fácil. Intenta simplemente moverte en la dirección adecuada, sabiendo que tropezarás y te perderás de vez en cuando. No se trata de ser perfecto, sino de ser mejor que tu versión anterior.


Si lo puedes tolerar, toléralo.
Deja de quejarte.
– Marco Aurelio –

El primer paso es aceptar la realidad, evaluando lo que ha ocurrido con objetividad. Mantén la calma y entiende que es normal. Muchas otras personas han pasado, están pasando y pasarán por lo mismo. Y no tiene sentido quejarse por cosas inherentes a la vida. Al fin y al cabo todo lo externo es indiferente, y no debemos permitir que nos afecte negativamente. La adversidad es un indiferente no preferido que intentaremos evitar, pero que aceptaremos cuando nos llegue. Y siempre llegará.


Es absurdo lamentarse por carecer de algo o porque algo
te afecta adversamente. No debes sorprenderte o indignarte por las cosas
que afectan a todos los humanos: muerte, enfermedad, accidentes…
Cualquier cosa que el universo
ponga en tu camino, acéptalo con la cabeza alta. No seas molestado por lo
que no puedes evitar.
– Séneca –

Marco Aurelio decía que esperar pasar por la vida sin que nos ocurriera nada malo sería tan absurdo como que un ojo quisiera ver solo el color verde. Igual que el ojo acepta la gama de colores que recibe, tú debes aceptar la gama de experiencias que la vida te entrega. En la práctica es inevitable enfadarse y lamentarse como respuesta inicial. Es una reacción automática natural imposible de controlar. Pero debemos  aplicar lo antes posible las técnicas anteriores de regulación emocional, evitando entrar en una espiral de negatividad. Estas emociones y las acciones a las que conducen son muchas veces más dañinas que el suceso inicial. De hecho, si tomas una mala decisión fruto de una reacción emocional, pronto tendrás un problema adicional. Si por un pinchazo de camino al trabajo te alteras más de la cuenta y estropeas una presentación importante en la oficina, tú eres el causante, no el pinchazo.


¿El pepino está amargo? Tíralo. ¿Hay
palos en el camino? Rodéalos. Es todo lo que
necesitas saber. No exijas saber por qué.
Cualquiera que entienda el mundo se reiría de ti,
igual que se reiría el carpintero si
te enfadas por ver serrín en su estudio.
– Marco Aurelio –

Y una parte importante de aceptar es no culpar. Cuando nos ocurre algo Jindeseado tendemos a recordar los eventos que lo causaron, y culpamos con facilidad a todos los participantes, incluidos nosotros mismos: “Si tal persona no hubiera hecho esto, si yo no hubiera dicho aquello…”. Recuerda que la culpa solo produce ira, una de las emociones más destructivas. Aprende de tus errores y de los de otros, pero no te atormentes por el pasado.


Además, debemos entender que nuestra felicidad depende más de nuestra disposición mental que de las cosas que nos ocurren. Tendemos a caer en la felicidad condicional: seré feliz cuando resuelva este problema. Poco probable. Cuando resuelvas ese problema vendrán otros. La vida es una sucesión de problemas. Para los estoicos, la felicidad viene de dentro, y es ajena a todo lo externo. La serenidad debe lograrse en el presente imperfecto. Expresar nuestra frustración puede generar una pequeña liberación emocional a corto plazo, pero no resuelve nada, no mejora nada. De hecho,la queja suele empeorar la situación. No solo derrochas energía que podrías emplear en buscar una solución, sino que con el tiempo la queja eleva el estrés y la frustración. El universo no tiene nada en tu contra, pero tampoco te debe ningún favor. Sea cual sea tu situación, será compartida por parte de la población. Algunos aseguran que no pueden dedicar tiempo a su salud porque tienen trabajos estresantes, hijos pequeños o muchas responsabilidades. Sin embargo, muchas personas con vidas similares encuentran la manera de mantenerse en forma. En vez de quejarte por tu situación, acepta lo que no puedes cambiar y evalúa qué están haciendo esas personas. No cedas a tus excusas.


Toda dificultad es una oportunidad para
mirar adentro e invocar nuestros recursos internos.
Los desafíos que enfrentamos nos muestran nuestras fortalezas. El sabio
mira más allá del problema y busca la forma de sacarle provecho. Posees
fuerzas de las que no eres consciente. Encuentra la adecuada. Úsala.
– Epicteto –

Cuanto antes pases de la lamentación a la acción antes reducirás las emociones negativas causadas por lo ocurrido. Por otro lado, recordar que puedes lidiar con tu situación no quiere decir que te autoengañes. Si tu situación es realmente mala deberás reconocerla como tal, pero hundirte no ayudará.
James Stockdale era un piloto americano en la guerra de Vietnam, y durante años había estudiado la filosofía estoica. El 9 de septiembre de 1965 su avión fue derribado por el enemigo, y mientras descendía al suelo en paracaídas pensó: “Estoy dejando el mundo de la tecnología para entrar en el mundo de Epicteto”. Pasó los siguientes siete años como prisionero de guerra, sometido a constantes vejaciones y torturas. Gracias a su filosofía no solo soportó el tormento, sino que se alzó como líder del campamento, inspirando de paso a miles de prisioneros. Décadas más tarde, ya libre, afirmaba que quienes más sufrían en el campamento eran los optimistas, los que pensaban que serían liberados antes de Navidad, o antes del verano o en cualquier otro momento arbitrario. Cuando sus expectativas no se cumplían, se hundían. Resistían aquellos que, sin abandonar la esperanza, se centraban en superar la adversidad un día a la vez. Acepta tu situación, por dura que sea, pero confía en tu capacidad de superarla. No importa si tardas un mes, un año o una década.


Una vida con propósito es con frecuencia una vida con estrés. El objetivo no es por tanto reducir necesariamente el estrés, sino mejorar nuestra capacidad de lidiar con él. Todos queremos que nuestra vida refleje una buena historia, pero las buenas historias requieren momentos difíciles. Nadie va al cine para ver una película sobre alguien que lleva siempre una vida cómoda. Enfrentar ysuperar cierto nivel de adversidad es necesario para crecer, para tener una vida que merezca la pena.


La libertad no se logra satisfaciendo deseos,
sino eliminándolos.
– Epicteto –

Es difícil llevar una buena vida cuando los impulsos te dominan. Si estás intentando perder peso pero eres incapaz de vencer la tentación de los ultraprocesados, difícilmente lograras resultados. Dominar el deseo era ya un desafío en los tiempos de los primeros estoicos, de ahí que dedicasen mucho tiempo a diseñar estrategias para vencerlo. El mundo moderno facilita además el acceso a muchas de las cosas que nos tientan, dificultando todavía más nuestra resistencia. Nos expone constantemente a comida insana y facilita la vida sedentaria. Nos tienta sin cesar con placer y comodidad. Y si cedemos, nos convertimos en esclavos de estos elementos externos. Muchos intentan suprimir el pensamiento de eso que les tienta, pero en general es mala estrategia. Paradójicamente, intentar suprimir un pensamiento lo refuerza. Nada como pensar en dormir para seguir despierto. Debemos por tanto explorar estos pensamientos y aplicar distintas herramientas para vencerlos. El objetivo no es autocensurarse, sino alinear nuestras acciones con nuestras convicciones. Para librarnos de la tentación y llevar una vida sana, debemos aprender a regular nuestros deseos.


Importa mucho más lo que tú piensas de ti
que lo que piensan de ti los demás.
– Séneca –

Por definición, la opinión de los demás está fuera de nuestro control, y por tanto no deberíamos prestarle mucha atención. Debemos aprender a ver las críticas como algo externo, de lo que podemos aprender pero que no podemos cambiar. Y sobre todo, debemos evitar que estas críticas alteren nuestra mente. Si esto ocurre la culpa no es del que nos critica, sino nuestra.


Nunca dejarás de sufrir si reaccionas emocionalmente a las críticas de los demás. Si las palabras te controlan, cualquier persona te puede controlar. La capacidad de detenerse y reflexionar te da poder sobre las palabras de los
demás. El antídoto de la crítica externa es la estima interna. Valora más tus objetivos que sus opiniones. Eres tú quien deberá vivir con las consecuencias de tus acciones.


Además, nuestros problemas requieren atención y trabajo, mientras que todo lo bueno que tenemos lo disfrutamos sin esfuerzo. Asumimos por tanto que nuestros problemas son mucho más numerosos que nuestros privilegios. Paradójicamente, nos ocurre lo contrario cuando evaluamos a los demás: asumimos que han tenido menos problemas y más privilegios. Esta es la receta perfecta para una vida de resentimiento y envidia.
Como vimos previamente, la gratitud es el antídoto de la envidia, pero también del deseo. Mientras que el deseo se origina en algo que no tenemos, la gratitud viene de algo que poseemos, y que probablemente no apreciamos suficiente.
Tu atención condiciona tu emoción. Si pones la atención en lo que te falta sentirás envidia o deseo. Si la pones en lo que tienes sentirás gratitud y bienestar.


El primer paso es entender que no somos nuestros pensamientos, y que podemos distanciarnos de ellos. Podemos examinarlos de manera racional en vez de dejarnos arrastrar por su impacto emocional. Dar un paso atrás nos permite ver con más claridad, y preguntarnos si hay otra forma de interpretar nuestra realidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al comer ricos alimentos piensa que son
solo el cadáver de un pez, o el cadáver
de un pájaro o de un cerdo, o que ese caro
vino es solo el resultado de exprimir un
montón de uvas, o esa cara túnica no es
más que lana de oveja teñida con sangre de un
molusco, o el sexo es solo frotar carnes
acompañado de una convulsión
y excreción de fluidos.
– Marco Aurelio –

     La llamada distancia cognitiva es una técnica de gran importancia para tu salud mental, que cubriremos más adelante en mayor detalle. Aplicada en concreto a superar nuestro deseo, nos permite separarnos de aquello que nos tienta, viéndolo con distancia y frialdad. Según los estoicos, no nos tientan tanto los objetos externos como la imagen idealizada que de ellos tenemos. Al descomponer un objeto en sus partes debilitamos el poder que tiene sobre nosotros. Marco Aurelio utilizaba esta técnica con todo aquello que le tentaba. Si deseaba vino se recordaba que no era más que zumo de uva fermentado, o si le tentaba la última toga de moda se decía que solo era lana de una pobre oveja teñida con alguna sustancia.
Y recordemos que Marco Aurelio era el hombre más poderoso del momento. Podría haber tenido todo lo que deseaba, pero sabía que dejarse guiar por sus apetencias no produciría una vida satisfactoria. Esto no implica que no puedas comer de vez en cuando eso que te tienta, pero de manera consciente y manteniendo el control. Lo que realmente se busca es dejar de ser esclavos de impulsos incontrolados.


Importa mucho más lo que tú piensas de ti
que lo que piensan de ti los demás.
– Séneca –

     Por definición, la opinión de los demás está fuera de nuestro control, y por tanto no deberíamos prestarle mucha atención. Debemos aprender a ver las críticas como algo externo, de lo que podemos aprender pero que no podemos cambiar. Y sobre todo, debemos evitar que estas críticas alteren nuestra mente. Si esto ocurre la culpa no es del que nos critica, sino nuestra.

 


¿Alguien me desprecia? Ese es su problema.
Mi misión es asegurar que no hago nada
que merezca desprecio.
– Marco Aurelio –

Aprende a controlar tu mente, evitando que sea negativamente influenciada por los demás. Como decía Epicteto, igual que no dejaríamos a nadie abusar de nuestro cuerpo, no debemos permitir que abusen de nuestra mente. Y es precisamente lo que haces cuando dejas a otros controlar tus decisiones.

 


Ten presente cada día la muerte,
el exilio y otras catástrofes.
– Epicteto –

     ¿Cómo responderías?¿Qué es lo peor que puede ocurrir en tu vida? ¿Cómo de preparado estás para enfrentar las desgracias que ocurren a otras personas a diario?
Los estoicos recomendaban pensar con frecuencia en los peores eventos. Esto parece extraño en el mundo actual, donde se intenta forzar un positivismo irreal. Sin embargo, asumir que la vida se adaptará a tus deseos solo amplificará tu frustración al enfrentar los obstáculos que sin duda llegarán. Como decía Séneca, la adversidad inesperada golpea con más fuerza.

    Para que la adversidad no nos pille por sorpresa, los estoicos practicaban una técnica denominada Praemeditatio Malorum, que consiste en visualizar aquello que tememos: la pobreza, la invalidez, la enfermedad, la muerte de un ser querido o el exilio. Los esstoicos querían acostumbrarse a considerar indiferentes los eventos que para otros eran catástrofes. Epicteto recomendaba a sus alumnos responder a estos miedos diciendo “Esto no es nada para mí” o “Lo que está fuera de mi control es indiferente para mí”.